PAPÁ BOCÓ, LA VIDA COMO UN JAM SESSION

Por Alejandro Patiño Sánchez | Fotografías de Juan Carlos Gil

En Papá Bocó casi todo ha llegado por azar, cierto espíritu de improvisación, de un toparse con ritmos y circunstancias que han dado forma a lo que son actualmente. Nacieron a partir de un jam session, esas reuniones informales entre músicos que con cierta afinidad tocan por simple disfrute; sin partitura ni ensayo previo.

LOS ORÍGENES IMPROVISADOS

Fue en el año 2008 en La Candelaria, un sitio de música latinoamericana en el centro de la ciudad que abría espacio a conciertos de diferentes géneros. La anécdota la recuerda Santiago Anaya así: “en febrero de ese año, Andrés Toscano, Felipe Paz y yo estábamos en casa del primero escuchando vinilos de salsa. Nos llamó la atención un jam session de finales de los 60 que se llamaba Descargas en el Village Gate. Reunía a Eddie Palmieri, Tito Puente, Johnny Pacheco, Ray Barretto, entre otros. Era algo espontáneo y a partir de ahí se formaron muchas orquestas de la época”. En ese momento les surge la idea de convocar a músicos amigos a una noche de improvisación.

Era sábado, hubo publicidad que los mismos músicos pegaron en muros, llamadas al uno y al otro, convocando, y un lleno inesperado del sitio. “No habíamos ensayado nada, llegamos a improvisar, bueno, ustedes saben tal tema, listo, en la mitad solo de saxofón, ¿quién quiere hacer el solo del charango, el del timbal?, hágale. Era así, improvisado”. Los encuentros continuaron, pero querían algo más definido, no tan casual, “tiene que haber un grupo base que prepare los estándares, un punto de inicio”. En ese momento surge Papá Bocó como una agrupación de latin jazz conformada por esos tres amigos que escucharon ese vinilo revelador. Eran Felipe Paz; saxofón alto, Andrés Toscano; trombón y Santiago Anaya; percusión. Al poco tiempo se sumaron tres más: Darío Franco en el bajo, Addison Deivy López en el piano y Felipe Muñoz en el timbal.

Eran los inicios, y después de algunas presentaciones locales a punta de instrumentales deciden meterle letra a las canciones. Entonces montan su primer tema de salsa cantado, al tiempo que retoman con nuevos arreglos tres temas de Linaje: Cambiaré, África y Mi Buenaventura. Un primer repertorio que los ha acompañado hasta hoy. Linaje era la agrupación instrumental en la que tocaban Anaya, Paz y Toscano, con cierto reconocimiento por sus múltiples participaciones en el Festival Petronio Álvarez de Cali. Estaba a punto de desaparecer, aunque en ese 2008 y en el mismo festival ganó en mejor arreglo musical por la adaptación que Felipe Paz hizo de Mi Buenaventura, composición original de Petronio Álvarez.

Fue el año de la revelación, la transición y la búsqueda: “con esa experiencia sentimos también que la música del Pacífico debía ser incluida en nuestra propuesta musical, junto al latín Jazz, fusionada, con toda la exploración del caso”. 

Baila mi rumba es en definitiva un disco que nos acerca al Pacífico y resume la búsqueda de una agrupación que sin renunciar a su esencia ha seguido un camino en constante zigzag.

EL RECORRIDO ENTRE GÉNEROS

La presencia de Papá Bocó en festivales ha sido notable. Han llegado a tantos como les ha sido posible gracias a su propuesta diversa en por lo menos tres líneas musicales: latin jazz, salsa y música tradicional del Pacífico, todo esto, como una especie de coctel que se prepara en la barra para servirse al instante, fusionado con otros ritmos como el rock, el funk, el reggae, el rap o cualquier otro que les salga al paso. SeviJazz, Ajazzgo, Concierto Nacional, Bandola, Mono Núñez (grupo invitado), Petronio Álvarez (en 3 ocasiones), Versalles, y en Pereira, Fiesta de la Música, Convivencia Rock y Festival Sinfónico, por mencionar los principales.

Pero fue su participación en 2012 en Barranquijazz que les demostró de nuevo un camino a seguir. Después de obtener el segundo puesto durante la ronda eliminatoria, fueron incluidos en la programación oficial como grupo invitado. En el primer momento se midieron ante músicos emergentes, pero “exigentes, de mucho nivel en La Costa”, y en el segundo compartieron tarima junto a agrupaciones de alto nivel, nacionales como extranjeras. “En este evento comenzamos a definir el sonido y formato”. De nuevo el azar y la improvisación los colocaba en paradoja con su propia obra: “no teníamos montado un concierto completo de latín Jazz pero si música cantada. Nos llevamos a Edwin Hoyos, que siempre ha sido nuestro cantante principal, ensayamos, y de tanto darle a esos temas fue cuajando. El repertorio fue una mezcla entre canciones cantadas y latin jazz instrumental, además de una composición propia que debíamos presentar, fue un punto donde la mixtura se dio, debíamos tener un cantante, elementos de jazz y de fusión. Tocó irnos por esa vía y nos gustó”. Quizá se sintieron más cómodos cubriendo varios frentes y buscando sus relaciones, que definiendo una sola vía en la interpretación y la composición. De esa forma se los había mostrado la vida y la propia experiencia.

ENTRE MAESTROS Y AMIGOS

Recoger de aquí y de allá, como esas bolas de nieve que al rodar van creciendo y ganando velocidad y peso, ha sido la constante de Papá Bocó. Llegaron de Barranquijazz con la idea de hacer el tipo de música que habían encontrado allá. También sentían que era el momento de crear, pero “había una especie de confusión, no sabíamos cuál de todos los géneros nos representaba. Yo tenía un latín jazz, Edwin los temas cantados, y así. Era una tensión entre dos líneas musicales”. Y esa es precisamente la esencia que recoge el disco, suena a muchas cosas conocidas pero no se relaciona directamente con nada, “eso identifica a la gente con nosotros”.

Se han definido en esta producción por los temas cantados y algunos ritmos del Pacífico (bunde, currulao, porro chocoano, abozao) y la salsa (bomba, ritmo de son, timba) con sus respectivas fusiones, fruto de un trabajo académico de investigación por parte de algunos de los integrantes. “Es un primer momento. Aunque no queremos dejar de hacer la música instrumental en vivo, es nuestra esencia, la que siempre va a estar. Según como se vayan dando las cosas nos vamos para un lado o para el otro”. Esa tensión, quizás, es producto también de lo que han escuchado. Influencias, “amigos en el camino”, de músicos que optaron por esas mixturas como Eddie Palmieri, Poncho Sánchez, Eddy Martínez y Joe Arroyo, “de este último tratamos de seguir esa mezcla de ritmos que hacía”. También suenan ecos de Ray Barretto, Herbie Hancock, y en esa misma línea clásica, los colombianos Héctor Martignon, Antonio Arnedo y Francisco Zumaqué. No dejan a un lado los nuevos ritmos colombianos: Jacobo Vélez, Puerto Candelaria y Herencia de Timbiquí en su etapa inicial, Maite Hontelé, Hugo Candelario, Baterimba, el risaraldense Julián Salazar con sus proyectos Mitú y Bomba Estéreo. Y para Anaya, el más grande de todos, Yuri Buenaventura, con quien han podido establecer una bonita amistad. Si uno pudiera mezclar todos esos sonidos a modo de recetario, muy seguramente el resultado sería Papá Bocó, listo para ser digerido.

BAILA MI RUMBA

Baila mi rumba es en definitiva un disco que nos acerca al Pacífico y resume la búsqueda de una agrupación que sin renunciar a su esencia ha seguido un camino en constante zigzag. Recoge composiciones y adaptaciones de diferentes épocas, celebra la rumba pero incluye profundas referencias académicas de unos conocedores del folclor que han aprendido que la mejor manera de preservarlo es llevándolo a otras dimensiones sonoras. Es un viaje, una expedición, un alto en el camino. De las 9 canciones del disco 5 son composiciones de Papá Bocó con letras de Edwin Hoyos: Baila mi rumba, Mi canoíta, Otra oportunidad, Cúñala y Canto negro pa bundiá. El resto son adaptaciones de temas traídos desde la época de Linaje y Lumbalú: Sin consuelo, Cambiaré y África. Y la reconocida versión de Mi Buenaventura del gran Petronio Álvarez con arreglos de Felipe Paz.

 Es también un álbum hecho en grupo: “entre todos le damos forma, esto no cuadra, aquello no rima, y así vamos armando el ritmo de la canción o encontrándolo de acuerdo a la letra, bien sea a partir de la percusión o de la guitarra o el canto”. Es una producción local, autónoma, con recursos del grupo. Han pasado 8 años, desde ese vinilo que escuchaban casualmente al prensaje de su primer cedé. Ya son nueve integrantes y un formato instrumental más amplio: Cristian Camilo Arias; trompeta, Felipe Paz; saxofón alto, Andrés Toscano; trombón, Víctor Castrillón; Piano, Daniel Cardona; tres cubano y percusión (bombo de chirimía), Camilo Trejos; bajo, Sebastián Trejos; batería, vibráfono y marimba, Edwin Hoyos; voz y Santiago Anaya; percusión y dirección artística. Han ganado un público que demostró en su concierto tributo a La Fania su total admiración y agradecimiento, “finalmente eso es Papá Bocó, una especie de chamán que ayuda a la gente con magia”. En Pereira la leyenda se cumple pero a ritmo de rumba y goce.

El disco celebra la rumba pero incluye profundas referencias académicas de unos conocedores del folclor que han aprendido que la mejor manera de preservarlo es llevándolo a otras dimensiones sonoras.

TRÁNSITO LIBRE, PIONEROS DEL ROCK PEREIRANO

Por Alejandro Patiño Sánchez | Fotografías Archivo Memorias del Rock Local Pereira 1989 – 2014

Hace poco menos de 30 años fueron responsables de los primeros registros grabados y prensados profesionalmente en estas tierras en géneros musicales como el heavy metal y el hard rock. En el marco del Festival Internacional Eje Rock 2019 se hará lanzamiento oficial de la reedición de esos primeros álbumes publicados: el EP de 4 canciones en vinilo y el disco compacto Sueños. Clásicos indiscutibles con canciones que sonaron a nivel nacional y recordadas por toda una generación.

Compartimos el texto que acompañará esta nueva publicación: “Sueños de una generación con mucho tiempo por vivir”.

Primera formación oficial de Tránsito Libre con la que grabaron sus primeros discos.

Sin lugar a dudas, dentro de mi colección de rock colombiano el disco más escuchado es Sueños de Tránsito Libre. Lo adquirí en su época de publicación (1995) y lo perdí posteriormente, así que conservo una copia pirata hecha por mí con sus respectivas tapa y contratapa a color, letras en fotocopia a blanco y negro, armado sigilosamente en la caja de plástico para que, en la medida de lo posible, se pareciera al original. Cursaba grado Once cuando lo compré a Titos, hermano de Germán Álvarez, “Hueso”, por 5 mil pesos, recuerdo que fiado y pagado difícilmente a cuotas con lo que alcanzaba a ahorrar de los descansos del colegio. En una de las tantas prestadas le perdí rastro y jamás lo volví a conseguir. Llegó fugazmente a mis manos de nuevo durante una investigación que realicé en 2014 sobre el rock pereirano y aproveché la ocasión para tenerlo otra vez, aunque fuera “quemado”. El original editado imposible de conseguir desde hace un buen tiempo.

Por eso me llenó de emoción cuando Alex Rodríguez, director del sello independiente Green Revolution, me contó de la reedición que tenía en mente, y que además, por si fuera poco, incluiría el EP de 4 canciones publicado en vinilo en 1992. Ambas piezas son indispensables para la historia del rock de la región, no solo porque fueron el primer registro grabado y prensado profesionalmente en estas tierras, sino también por su impacto generacional y circulación nacional. Son el referente para Colombia del rock hecho desde el Eje Cafetero. Y no ha cambiado mucho la ecuación en plena era del Spotify y YouTube.

Portada del CD Sueños (1995).

En la década de los años 80 en Pereira se vivió plenamente el heavy y el naciente hard rock.  No hay registros de grabaciones sonoras, aunque ya existía un movimiento y un puñado de agrupaciones que tocaban sin parar donde les fuera posible; algunas de ellas con composiciones propias que alternaban con los clásicos universales que se escuchaban en la radio o en la música importada que algunos traían a la ciudad y otros tantos se encargaban de reproducir en casetes. La música iba de mano en mano, un voz a voz que permitía mantener a los fans, melómanos y músicos al tanto de lo que pasaba en el mundo, particularmente Estados Unidos, España e Inglaterra.

Afiche promocional de la gira de Barón Rojo en Colombia. 1987

Sin embargo, era una escena underground en medio de los sonidos populares, tradicionales andinos y bailables que ocupaban la mayoría de espacios, portadas y micrófonos. Esa movida hardrockera arrojó en esos años 80 nombres como: Doctor Mortis, Wizard (teloneros de Barón Rojo), Osmosis, La moneda del diablo, Etiopía, Alta Tensión (después Tránsito Libre), Demon, Oxígeno, Compacto, Primera Impresión, entre otros, algunas de esas agrupaciones fueron las primeras bandas formales como tal de John César Noreña y Germán Álvarez antes de Tránsito Libre, o por lo menos, de tener claridad hacía donde iban o que querían. El ambiente por supuesto estaba imbuido también por los conciertos de agrupaciones internacionales que habían llegado a Pereira por primera vez, los españoles Barón Rojo (1987) y los norteamericanos Quiet Riot (1989). En verdad se vivía, soñaba y tocaba en una ciudad rockera. Todos se lo creyeron así, los 90 ya se empezaban a dibujar con entusiasmo, fuerza y convicción de romper el mundo al ritmo de la batería y las guitarras distorsionadas.

La Tarde, 15 de febrero de 1991. Promoción de concierto de Tránsito Libre en la Virginia.

Podemos entender entonces a Tránsito Libre como el resumen del metal y el hard rock de una época, había algo ya en el ambiente, en lo que se escuchaba, se soñaba ser y se consumía en términos musicales. Esas agrupaciones labraron el camino, fortalecieron las bases y crearon el trampolín, abonaron terreno en colectivo para lo que se venía.  Ninguna de las bandas mencionadas con anterioridad sonó en la radio juvenil o comercial como lo hizo Tránsito Libre, por lo menos a nivel nacional y con una alta rotación. Todos nos sentíamos identificados, eran el orgullo y lo de mostrar, la versión local, y exitosa, de las grandes bandas que escuchábamos, eran como ellos y estaban cerca, los veíamos caminar por la ciudad, los podíamos escuchar y ver en directo una y otra vez; eran nuestros.

John César Noreña y Germán Álvarez “Hueso”. Concierto en el bar Melody, 2014. Foto: Jess Ar.

Yo vivía en esa época en la calle 14 con carrera segunda, a unas 2 cuadras de la casa de Germán Álvarez que a su vez era el sitio de ensayo de la agrupación. Sentados en un andén o en barra de esquina nos consumimos todo el hard rock posible, mucho llegó gracias a Germán que era una especie de dealer de cintas de VHS y casete, posteriormente de discos compactos, copiados u originales, cuando el formato se popularizó. Gracias a él pudimos conocer y escuchar agrupaciones que nos pusieron a vibrar con su sonido y estilo. Y ellos, los que escuchábamos ensayar y darle duro a la batería cuando pasábamos al frente de esa casa, eran nuestro referente inmediato. Los jóvenes del barrio, los de “esa música”, nos sentíamos orgullosos de lo que teníamos tan cerca de nosotros, al doblar la esquina.

EP de 4 canciones editado en vinilo. 1992.

Antes del EP de 4 canciones en vinilo de 1992 (Busca tu libertad, Hay que luchar, Por qué tuve que perderte y Poco tiempo por vivir) y el disco compacto Sueños de 1995 no se tiene noticia de registro alguno grabado y prensado de manera profesional en Pereira.  Lo que más se acerca es la tripleta de casetes de metal (Ritual, Belial y Attack) grabados como demos y de forma semiprofesional. Y todo sucedió tan rápido. El 21de enero de 1989 el periódico La Tarde anunciaba un concierto de Alta Tensión en la plazoleta del Prometeo con la siguiente leyenda: “Únicamente para adictos al rock en español”. En la fotografía, a un extremo John César y al otro Germán Álvarez. El 15 de febrero de 1991 de nuevo La Tarde los presentaba como: “la joven agrupación de heavy metal que se ha presentado en concierto junto a otras agrupaciones importantes como Kraken, Código y Estados Alterados de Medellín, Kronos de Cali y Las Gemas de Manizales. El grupo regional también ha conquistado el mercado del vecino departamento de Caldas con su canción Por qué tuve que perderte, éxito que sonó durante varias semanas en la emisora Veracruz de Manizales donde subió a los primeros lugares de sintonía”. Se invitaba a un concierto en La Virginia y la formación ya era casi la definitiva del vinilo y Sueños (John César Noreña; guitarra y voz líder, Germán Álvarez; bajo y coros, Héctor Fabio Sierra; batería, coros, voz líder en 4 canciones y Miguel Ángel Beltrán; teclados y coros) a excepción del baterista que era Antonio José Osorio.

Alta tensión, banda previa a Tránsito Libre. 21 de enero de 1989.

En 1992 graban en Medellín el EP en vinilo que incluía las primeras tomas de Por qué tuve que perderte y Poco tiempo por vivir y con las cuales llegaron a sonar a nivel nacional en la emisora Radioactiva gracias al proyecto y concurso Nuestro Rock, y ser incluidos en el volumen 1 del compilatorio prensado en vinilo ( con Poco tiempo por vivir) y disco compacto en 1993 (con las dos canciones) junto a otras agrupaciones como Aterciopelados, Iván y Lucía, La Derecha, Zigma, Monóxido, entre otras.  Fue el momento, el pico más alto de la época con apariciones en la televisión nacional en horario estelar y programas de alta popularidad. Año 1995, graban de nuevo en Medellín Sueños: 13 canciones de puro heavy metal, power ballad y hard rock creado en las calles de Pereira. La cosa no fue fácil, y pese a todo el reconocimiento logrado previamente, hubo hasta dineros prestados de familiares y todo tipo de problemas que resolver en el camino y el momento de la grabación.

El disco era una especie de “Lo mejor” de una generación. Una compilación de canciones de diferentes momentos, emociones, sueños y experiencias de vida y de música. Por ejemplo, las 4 canciones finales fueron compuestas y cantadas por Héctor Fabio Sierra (2 de ellas en inglés), venían de su época con Wizard que nunca grabó.  Poco Tiempo por vivir y Por qué tuve que perderte, fueron prácticamente el último coletazo del hard rock en Colombia, o por lo menos de ese que alcanzaría radio comercial y alta popularidad en el movimiento musical colombiano. De las 10 agrupaciones que hacen parte de Nuestro Rock, la única del género era Transito Libre. Estaban ahí, de pelo largo, botas y jeans ajustados al mejor estilo de Bon Jovi, representando una tendencia en medio del pop rock, la fusión, lo alternativo y lo tropical que imperaba ya en ese momento.

Sueños es un disco generacional, todos lo recuerdan, significó poner en el contexto nacional lo que se escuchaba en el barrio y la ciudad. No hay rockero posible en Pereira que no lo recuerde o no haya cantado algunas de sus canciones, y haya soñado como yo tener de nuevo en las manos el disco compacto que tantas alegrías y noches de hard rock en el andén me regaló con sus solos de guitarra penetrantes y letras llenas de nostalgia. De eso que se va y no volverá.

Portada reedición 2019

Tránsito Libre. EP en vinilo. 1992.

1 * Busca tu libertad 

2 * Hay que luchar

3 * Por qué tuve que perderte

4 * Poco tiempo por vivir

Sueños. Disco compacto. 1995.

5* Sueños

6* …y todo es amor

7* Esperando por ti

8* Tú eres todo

9* Qué intentas demostrar

10* Arco iris de cristal

11* Poco tiempo por vivir

12*Por qué tuve que perderte

13* Ganimedes (instrumental)

14* Mientras la ciudad duerme

15* Heavy ways

16* Hard days and nights

17* Hijos del metal

Formación

*John César Noreña. Guitarra y voz líder.

* Germán Álvarez. Bajo y coros

* Héctor Fabio Sierra. Batería, coros y voz líder en 14, 15,16 y 17

* Miguel Ángel Beltrán. Teclados y coros.