EL MUSEO LUCY TEJADA ABRIÓ SUS PUERTAS

Por Mauricio Gómez Ossa

Si para algo debe servir una institución cultural de una ciudad es para hacer cosas bonitas que nos involucren a todos, para producir con la ciudadanía momentos emocionantes, lugares de encuentro edificantes, de reconocimiento y elevación estética. Varios hechos recientes de la actual Secretaría de Cultura de Pereira así lo demuestran, pero sin duda, la apertura del Museo Lucy Tejada resulta el más  significativo de todos.

¨Es muy interesante reunir ahora unos cuadros de las épocas porque esto trae toda la memoria de lo que se hacía, del estilo en ese momento. Hace que uno regrese, que uno piense en esta época y en lo que había, en lo que se estaba haciendo y en la importancia de todas esas cosas, aunque me es difícil recordar, en realidad. Es traer a la memoria todo ese pasado, cerrar los ojos ahí un rato y traer y evocar todas esas épocas, esas historias… y entonces es un poco difícil porque están fallando los recuerdos¨

Nicolás Gómez Echeverry, Lucy Tejada, años cincuenta, notas de la artista.
Texto que hace parte de la exposición.

Un proceso para apropiarse y revalorizar la obra

Ocho años se necesitaron para lograr este espacio, desde el momento de recibir la donación que, por escritura pública, la artista Lucy Tejada Sáenz hizo a su ciudad natal meses antes de su fallecimiento en el año 2011. Preparar un Mueso para albergar la donación se proyectaba como uno de los hechos icónicos de la celebración de los 150 años de Pereira en el 2013, pero el tiempo estaba encima y el camino sería un poco más largo. Muchas vueltas se dieron sobre su posible sede: un grupo de gestores propusieron un edificio nuevo para un museo de la historia de Pereira que además albergara la donación, también se propuso el edificio del desaparecido Club Rialto (dónde permanece el mural de la artista La Alegría de Aprender), otra alternativa fue una sala en el Museo de Arte de Pereira MAP (entidad que fue el custodio de la obra mientras de resolvía el asunto). Finalmente, con gran sentido común y bajo el liderazgo de la secretaria de cultura Rosa Ángel Arenas (quien además en el pasado había sido la receptora de la obra como curadora del MAP) el espacio de museo para conservar y exponer la donación se construyó en el edificio que desde el 2004 lleva su nombre: el Centro Cultural Lucy Tejada.

Alrededor del nombre de Lucy Tejada, Pereira ha venido configurando varias gestiones culturales recientes con las que demuestra su interés en revalorizar su obra: además del bautizo del centro cultural con su nombre en el 2004, la colección empieza a ser objeto de varios estudios, entre ellos, la investigación ¨Lucy en Pereira¨ por medio de una beca de estímulos municipal obtenida en el 2013 por la entonces curadora Rosa Ángel. Desde el 2017 la donación se empieza a proteger y a restaurar, para lo cual se contó con la restauradora Carolina Cubillos. Recientemente se presentó la producción escénica ¨Un dos tres por Lucy¨ de la Escuela de Artes de la Secretaría de Cultura y se ilustró con grabados de la artista la colección Narrativa completa de Alba Lucía Ángel, publicada en septiembre de este mismo año por la Biblioteca Pública Municipal.

Una estrategia que garantiza trascendencia

La apertura del Museo Lucy Tejada el pasado 17 de diciembre, tras una inversión de 1.600 millones, parece ser la cereza del pastel de una valerosa gestión. ¡Y qué cereza! La exposición de la donación se presenta con una impecable curaduría y montaje a cargo del arquitecto Juan Guillermo Bustamante dirigiendo un equipo del Museo de Antioquia, entidad que ganó por concurso público este encargo.

La estrategia del museo es inteligente y garantiza su trascendencia. Se han montado 163 obras, y una colección de armadillos, partiendo de un guion didáctico que introduce amablemente a cualquier espectador en diferentes fases de la vida y obra de la maestra: el ser, el hacer, el decir, el caminar; dando cuenta no solo de sus momentos como artista plástica – pintora, dibujante y muralista -, sino también como escritora, pensadora moderna, y en general, como humanista.

La sostenibilidad e impacto del museo están bien pensados: se resuelve en un espacio pequeño (250 metros cuadrados) pero de gran significado. Lo que se ahorró en área, se invirtió en un montaje detallado y de mucha calidad. Se adaptó un espacio muy cercano a la ciudadanía, de fácil acceso, que resignifica la plazoleta del Centro Cultural, generando sobre esta y la carrera 9ª, en el corazón de la ciudad, una colorida vitrina con la imagen de la que ya es su artista más emblemática.

La reproducción del mural La Alegría de Aprender, expuesto en fachada, es solo el indicio, el punto de partida para un sugerido recorrido por los 4 murales públicos de Lucy instalados desde hace decadas en el Banco de la Republica, el Banco Cafetero, el antiguo Club Rialto y el Parque de la Libertad, los cuales al estar ubicados a menos de 3 cuadras alrededor completan el museo.

Pereira rinde así un homenaje definitivo a esta maestra imprescindible del arte moderno latinoamericano, y por ahí derecho, la ciudad reafirma su entidad liberal al adoptar como símbolo y vincular como una de las banderas de su identidad cultural esta obra feminista, ambientalista, de profunda sensibilidad social y de reconocido valor estético

Una gestión marcada por la calidad conceptual

Son varios y muy notables los logros de la actual Secretaría de Cultura de Pereira durante este 2019, año de cierre de su gestión, sobre todo en lo referente a la preservación del patrimonio: la publicación de la obra narrativa completa de la escritora pereirana Alba Lucia Ángel, las esculturas de John Castles en el rediseñado parque de Monos en el sector de la Circunvalar, la escultura El Oso de Federico Uribe en la nueva plazoleta de La Paz, la recuperación de los archivos de El Diario, la colección literaria La Chambrana y, muy muy importante, casi épica, la restauración de la obra y apertura del Museo Lucy Tejada.

No se puede negar que la secretaria de cultura de Perera, la artista Rosa Ángel, no solo representó una tabla de salvación para el liquidado Instituto de Cultura, sino que, más allá del egocentrismo del Alcalde, logró en tres años construir una agenda propia, centrada en la calidad. Rosa demostró la importancia del conocimiento técnico, la meritocracia y el trabajo juicioso para ejercer este cargo, y también dejó claro que el enorme sacrificio que esto implica solo es posible de sobrellevar con un enorme amor y compromiso cívico.

Sus resultados hoy demuestran que su gran legado es haber logrado como nunca antes elevar el nivel conceptual de la cultura en Pereira, poniendo a marchar con gran calidad una serie de hechos largamente esperados.

La vara queda muy alta.