CONOZCA EL SENDERO ECOLÓGICO GUÁSIMO

  • Cuándo: Fecha: 18 de junio de 2020

Autor: Katerine Ríos Estrada

Cuando volvamos a la vida y el oxígeno entre de lleno nuevamente a nuestros pulmones, uno de los mejores planes al aire libre para realizar es visitar el sendero ecológico Guásimo, vereda El Aguacate, en el municipio de La Virginia. Un bosque seco tropical entre cascadas, árboles frondosos y 86 cantos de aves.   

Foto: Katerine Ríos Estrada | Los rayos del sol penetran la humedad tenue del bosque.

Un domingo de julio a eso de las 7:00 de la mañana nos encontramos alrededor de 20 personas en las afueras de la iglesia San José de Pereira para emprender un viaje hacia la ruta “Arrieros y pájaros” a través de los municipios de La Virginia, Balboa y La Celia, tres pueblos de Risaralda muy poco mencionados en el turismo de la región. 

Algo que me gusta hacer cada vez que voy de viaje es observar el paisaje; la cotidianidad de los transeúntes, el afán desmedido de los que van en sus carros, los diferentes cultivos y las actividades que se dan a su alrededor, y por supuesto las aves. 

En Cerritos (corregimiento de Pereira), de camino a la primera parada en La Virginia, los bosques ya están muy fragmentados y la vía es una de las más transitadas de la región. Es difícil ver gran variedad de especies, por lo general se observan las que que mejor se han adaptado a los impactos antrópicos: sueldas, tórtolas, mirlas, sirirís y cotorras chejas. 

           ¡imposible no notarlas por su escándalo!

Foto: Katerine Ríos Estrada | lenia copetona, una de las tantas aves que habitan el lugar. Nombre científico: Elaenia flavogaster. Es común verla en los bordes de bosque, se alimenta principalmente de insectos, por lo que es excelente controladora de plagas.
Foto: Katerine Ríos Estrada | Periquito de Anteojos, una de las tantas aves que habitan el lugar. Nombre científico: Forpus conspicillatus. Puede encontrarse en bandadas numerosas. En la vereda son muy comunes, se caracterizan por hacer mucho ruido, suelen hacer el nido en postes o ramas secas. Se alimentan de semillas y flores de arbustos principalmente

 Más adelante, en el valle aluvial del río Cauca, entre la Cordillera Central y la Occidental se encuentra el municipio de La Virginia, reconocido por su calor húmedo, donde hicimos la siguiente parada: el sendero ecológico Guásimo, ubicado en la vereda El Aguacate. Uno de los ecosistemas más importantes y amenazados del país. 

Era la segunda vez que oía mencionar este lugar, y solo con lo que había escuchado de él me bastaba para sentirme atraía por su particularidad, el ave endémica que lo habita y su poca popularidad dentro del turismo de la región. 

Al llegar a la vereda se tiene la expectativa de encontrarse con monocultivos de aguacate, fruta que está en pleno auge y es aclamada por el mundo. Su producción ha llevado a la deforestación de gran cantidad de áreas de bosque y ha cambiado la vocación agrícola de esta región. Sin embargo, lo que encontramos fueron grandes hectáreas de caña de azúcar queriendo devorarse todo aquello que a su paso encuentran y grandes extensiones de tierra destinadas a la ganadería y al monocultivo de cítricos.   

Foto: Katerine Ríos Estrada | Árbol, camino, contra luz. Hacia la vereda.

Alrededor uno que otro árbol, en el que descansan y se resguardan del calor los pocos animales que pasan por este desierto de olor dulce vinagroso. También el fuerte aleteo de otro tipo de aves, sobre todo rastrojeras, como el espiguero capuchino, semillero cariamarillo, cucaracheros y la famosa tijereta.

Foto: Maritza Palma Lozano | El encargado del sendero es José Ober Berraneche, vive en la vereda hace 50 años y actualmente es el presidente de la Junta de Acción Comunal. Ober se ha dedicado a cuidar los humedales que conectan con la quebrada El Guásimo y estuvo presente cuando se construyó el sendero hace aproximadamente 8 años.

  El centro poblado de la vereda está formado por unas cuantas casas ubicadas al lado izquierdo de la carretera. Allí vive don Ober, presidente de la Junta de Acción Comunal y principal doliente del sendero. Nos contó sobre el origen del nombre de la vereda –  al percibir nuestro asombro por no ver grandes extensiones de cultivo de aguacates -, “los primeros habitantes fueron indígenas Quimbaya provenientes de Antioquia y le dieron el nombre al lugar porque el punto de referencia era un inmenso árbol de aguacate”.

Artículo de interés: Entre arrieros y pájaros. Mapa que contiene rutas y lugares de Pereira y Risaralda como guía turística.  Mapa dossier miradores y morritos

El Distrito de Manejo Integrado (DMI) Guásimo, recibe su nombre en honor al árbol de guásimo (Guazuma ulmifolia) que abunda en la zona, pero su tala lo ha llevado casi al borde de la extinción. Se caracteriza por crecer en zonas secas. Se ve como un arbusto muy ramificado, con ramas largas que se extienden y ligeramente cuelgan, de hojas ovadas con margen aserrado que suelen ser de color verde oscuro o verde amarillento, sus flores son pequeñas inflorescencias de color blanco o crema que al igual que el fruto desprenden un olor dulce, gran atrayente para los polinizadores y pequeños animales que se alimentan de él.  

Foto: Katerine Ríos Estrada | El bosque en todo su esplendor.
Foto: Katerine Ríos Estrada | Quebrada Guásimo. Es la principal fuente de abastecimiento de agua para la vereda.

El sendero Guásimo hace parte de las veredas El Aguacate y La Palma y se encuentra dentro de un bosque seco tropical. Por las características topográficas y climáticas de la región resulta único y atípico, pues predominan los bosques húmedos. 

La principal preocupación de Ober es que las personas de la comunidad no se preocupan por el cuidado de este ecosistema, lo que dificulta aún más su protección y conservación. “Los habitantes dejaron de ser productores. Antes sembraban gran variedad de especies de alimentos como maíz, café, frijol, entre otros, pero luego las personas se volvieron perezosas para trabajar el campo, o por cuestiones socioeconómicas algunos vendieron y migraron hacia la ciudad o a otros pueblos en busca de mejores oportunidades. Y los que aún residen acá trabajan para el Ingenio Pacífico III o como jornaleros”., explicó al grupo con total convencimiento. 

Al preguntarle por las especies que anteriormente abundaban, nos dijo: “principalmente mamíferos medianos y pequeños como los micos, pero se fueron extinguiendo por la caza y la reducción del área de conservación”.

Foto: Maritza Palma Lozano | Entrada al sendero El Guásimo. Está comprendido por un área total de 1.331 hectáreas y junto a otro sendero ubicado en la vereda La Palma hace parte del Distrito de Manejo Integrado Guásimo, uno de los 12 distritos del Eje Cafetero declarados como áreas protegidas por el SIRAP-EC. En cualquier momento del día se puede contar con la fortuna de cruzarse con algunas de las 86 especies de aves que han sido identificadas allí.

Para entrar al sendero sólo hay que caminar unos tres minutos desde el caserío, hasta encontrar una cerca elaborada en guadua y un letrero que avisa que hemos llegado a nuestro destino. Inmediatamente se empieza a escuchar el canto de diversos pájaros: el batará carcajada, la elenia copetona, azulejos, canarios, entre otros. También se hace notorio el cambio de vegetación: más arbustiva, colores verdes, amarillos, alta humedad, bochorno.

Foto: Katerine Ríos Estrada | Un sendero con muchos caminos dentro del bosque. Aquí empieza la subida para llegar al final del sendero.

El camino está bien delimitado por un cerco de guadua pintado de verde y blanco; en las zonas más pendientes hay escalones que tras un día lluvioso pueden desafiar con facilidad el equilibrio de cualquier persona. 

Al avanzar más adentro cambian los sonidos, colores y olores. Se intensifican. Huele más a barro mezclado con hojas y lluvia, las brisas leves que pasan por momentos traen consigo los olores de la flor de maraca o también conocida como jengibre de la colmena, una planta de la misma familia del jengibre y la cúrcuma; inflorescencia de forma oblonga o de cilindro y de coloraciones amarillo, naranja, rojo y marrón que desprende ese olor picante característico.

Foto: Katerine Ríos Estrada | Flor de jengibre

   Al descenso nos encontramos con una especie de balcón que permite ver desde la altura el claro del bosque, su interior parece otro mundo, hay más luz de la percibida durante todo el recorrido. De repente se empieza a intensificar un sonido eléctrico producido por una de las especies que más captó mi atención, y por la que volví días después: el saltarín cuellidorado. Su nombre se debe a su barba, cuello y garganta color amarillo intenso; corona y dorso negro; pecho y abdomen verde oliva, es del género Manacus. Se caracteriza por emitir sonidos “eléctricos” con las alas cuando el macho está atrayendo a la hembra, además es endémica, lo que indica que se ha registrado sólo en Colombia y esta región es privilegiada por tenerlo.

Foto: Katerine Ríos Estrada | Una de las tantas aves que habitan el lugar. Saltarín cuellidorado. Nombre científico: Manacus vitellinus. La subespecie virividentris es endémica, se encuentra en bosques secos y húmedos hasta los 1000 msnm. Los machos se reúnen para atraer a la hembra mediante leks (agrupación de machos que competirían por apareamiento).

 Al acercarnos más a la quebrada (principal fuente de abastecimiento para la vereda) se escucha el paso del agua con la tranquilidad que emana su sonido y sensación de frescura. También oímos con más intensidad el melancólico canto del tinamú chico o gallinita de monte, también endémica, la cual por sus tonalidades se camufla muy bien en la hojarasca y la tierra. Lastimosamente es muy difícil de ver. 

Me senté en una banca a descansar y a esperar que más podía encontrar. Momentos después, junto a una roca en mitad de la quebrada, había un particular pájaro que solo había visto en fotos: el arañero ribereño. De color oliva oscuro en la parte superior y color amarillento en la parte inferior, y que llama la atención por su manera particular de pararse, levantando la cola.   

Después de cruzar el primer puente de guadua empezamos a encontrar las cascadas. Las primeras son de pequeña y estrecha caída de agua entre grandes rocas cubiertas por vegetación. Le siguen un par que forman al final una piscina iluminada por la luz que logra filtrarse por el dosel de los árboles y arbustos. 

Seguimos avanzando, bordeando la quebrada con el sendero y cruzando varios puentes desde los cuales observamos como el agua ha hecho su propio camino y ha moldeado todo a su paso. 

Finalmente, llegamos a las terceras cascadas, un poco más altas que las anteriores. Son dos grandes caídas de agua que brillan de manera chispeante por los rayos directos del sol, allí se forman varias piscinas y playas donde se nota el rastro de lo que parece ser el comedor de algún barranquero, o incluso una taira, que deja tras de sí los restos de lo que parecen ser caracoles.

Foto: Katerine Ríos Estrada
Foto: Katerine Ríos Estrada | uentes, cascadas, charcos y letreros que se encuentran de paso dentro del bosque
Foto: Katerine Ríos Estrada
Foto: Katerine Ríos Estrada | Antigua casa Eloy Castañeda. Según el letrero, hace unos años había una casa y una familia. Por ese camino se llega a Belalcázar, municipio de Caldas. Por la vegetación se nota que esta parte del sendero es un bosque en sucesión, joven aún.

A medida que iba saliendo del sendero sientí como si regresara de una realidad hermosa y mágica, un pequeño relicto de paraíso que de alguna manera ha sobrevivido a la expansión agrícola.

Es un lugar con mucho potencial para la educación ambiental, el enriquecimiento cultural, o simplemente un espacio diferente para aquellos que disfrutan caminar rodeados de naturaleza y melodías exóticas. Yo por mi parte pienso regresar cada vez que pueda, con la seguridad que cada vez encontraré algo nuevo para contar y fotografiar. 

Por favor, ¡vayan!, pero no sean visitantes indeseables. Llévense su huella humana, el bosque no la necesita.  

Foto: Katerine Ríos Estrada | Basura dejada en el sendero por algún visitante.
Foto: Katerine Ríos Estrada | Debemos proteger estos santuarios naturales llenos de vida, oxígeno y color.
ESTE CONTENIDO HACE PARTE DE LOS RESULTADOS DEL LABORATORIO ITINERANTE DE MEMORIA DOCUMENTAL AV+C5 REALIZADO EN 2019 POR PLANC EN ALIANZA CON LA CORPORACIÓN AVC Y LA FUNDACIÓN CULTURA PARA EL DESARROLLO. TRES RUTAS POR EL PAISAJE CULTURAL CAFETERO QUE REUNIERON A 30 BECARIOS DE LA REGIÓN QUE RECIBIERON TALLERES DE FORMACIÓN EN CAMPO (FOTOGRAFÍA, VIDEO, PODCAST Y NARRATIVA), TÉCNICAS DE MAPEO Y MANEJO DE INFORMACIÓN. 

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