DESPECHO ALL STARS

  • Cuándo: Fecha: 18 de mayo de 2020

Especial la Divisa

Este género musical tan arraigado en la cultura popular de Antioquia y el Eje Cafetero, ha tenido un especial significado para la gente pereirana. Es sinónimo de mal gusto y ramplonería entre cultos e intelectuales, las feministas lo critican al ser un producto insignia de los mandatos del patriarcado y para la gente que se reconoce como “del pueblo” es la  expresión vivida de sus sentimientos más profundos.

¿Podrá entenderse entonces como una expresión cultural viva?.

Cada ciudad es representada a través de diversos adjetivos que se convierten en marcas de identidad, que dan cuenta de la manera como cada territorio construye su particular forma de relacionarse con el mundo. De esta forma, por muchos años, Pereira fue conocida como “La capital del despecho”.

En los años 90 muchos corazones afligidos se daban cita año tras año en la ciudad para asistir a un festival dedicado a este sentimiento (El Festival del Despecho fue creado por la Corporación Nacional para el Primer Encuentro del Despecho (CORPECHO) en 1990). Su objetivo: ahogar las penas de amor entre el licor y la música.

Este género musical tan arraigado en la cultura popular de Antioquia y el Eje Cafetero, ha tenido un especial significado para la gente pereirana. Es sinónimo de mal gusto y ramplonería entre cultos e intelectuales, las feministas lo critican al ser un
producto insignia de los mandatos del patriarcado y para la gente que se reconoce como “del pueblo” es la expresión vivida de sus sentimientos más profundos.

Desde principios de la década del 70 hasta finales de los 90 sus principales estrellas fueron Darío Gómez “El Rey del Despecho”, Luis Alberto Posada, Claudia Patricia y el legendario Caballero Gaucho, por mencionar a varios de los más icónicos. Pese a su importancia como figuras fundacionales de este género, su reconocimiento no tuvo un impacto nacional de grandes proporciones, seguían siendo vistos como músicos de provincia. Aunque miles de fanáticos los trataran como ídolos, siempre estuvieron lejos de hacer parte del mundo de la farándula.

Los viejos ídolos como Darío Gómez y El Caballero Gaucho eran vistos como músicos de provincia: miles de fanáticos los veneraban, pero siempre estuvieron lejos de hacer parte del mundo de la farándula.

Hoy en día el Jet Set Criollo da la bienvenida a nuevas figuras de la música del despecho o artistas populares, su imagen ya no evoca a los campesinos de antaño o a los obreros de fábrica, ahora se parecen más a las estrellas pop, incluso algunos se acercan en su estilo a los íconos del Country estadounidense, sus vidas amorosas, sus vacaciones, lo que comen, la ropa que usan son noticia nacional. Junto con esta renovada parrilla de artistas, surgen nuevos públicos que los incorporan en sus referentes identitarios. Así, este género pasó de ser una expresión suscrita a lo regional a ser escuchado en toda la geografía nacional.

En pocas palabras dejó de ser esa música fría que sólo escuchaban montañeros, sus temas son éxitos en varias de las más afamadas emisoras, sus estrellas son invitadas recurrentes a todo tipo de eventos y festejos, sus fotografías figuran al lado de actores y modelos.

Los nuevos ídolos han llegado para quedarse e imponer un estilo propio, Paola Jara y Jessi Uribe son la pareja del momento, Pipe Bueno es uno de los galanes de moda, Francy, John Alex Castaño, Giovanny Ayala, Johny Rivera, Yeison Jiménez y Dora Libia llenan todos los escenarios donde se presentan. Sus agendas están copadas no sólo por las fiestas de los pueblos sino por giras en Europa y Estados Unidos; compiten con el reggaetón, el vallenato y el pop; tienen miles de seguidores en Instagram y Facebook; son imagen de varias marcas; sus éxitos no dejan de sonar en las cantinas, bares y discotecas; son consentidos por los medios de comunicación; se encuentran en todas las plataformas digitales; tienen detrás de sí equipos completos de asesores de imagen, diseñadores, productores musicales, bookers y programadores.

En pocas palabras son uno de los productos más exitosos de la industria cultural.

A continuación, Pedro Pablo Montoya analiza el lugar de esta música en la cultura popular, la manera como sigue haciendo parte integral de la estructura de sentimiento de los pereiranos y pereiranas, y nos desafía a erigirla patrimonio cultural.

En cuestión de años este género pasó de ser una expresión suscrita a lo regional a ser escuchado en toda la geografía nacional. Los nuevos ídolos han llegado para quedarse e imponer un estilo propio.

MÁS ALLÁ DE LO POPULAR, REIVINDICACIÓN DE UN DERECHO CULTURAL​

Por: Pedro Pablo Montoya
(Magíster en estudios culturales)

Antes de seguir la lectura de este escrito se sugiere escuchar las siguientes canciones y se le invita a tratar de poner atención a las letras y olvidarse de los prejuicios que tenga frente a este género musical. No debemos perder de vista que las canciones son expresiones de la vida cotidiana y de los dramas que todos vivimos:

Nadie es eterno en el mundo (Darío Gómez)

Me bebí tu recuerdo (Galy Galiano)

Con la tierra encima (Charrito Negro)

Vuelve y me pasa (Yeison Jiménez)

La gran señora (Francy)

Que sufre, que chupe y que llore (Paola Jara y Francy)

En favor del despecho:

Los “cultos” nos han impuesto un modelo particular del desamor: auto-controlado, vivido con cierta estética refinada, privado, poético, romantizado, irreal, completamente descontextualizado…

Como si en cada tusa tuviese que surgir un poeta, un artista, un científico o un mesías.

Los “incultos” llegan, nos ponen de pie sobre esta tierra-(Región), no hay con que vivirlo de otra forma. Crecimos en medio de la violencia, la guerra, marginalizados, menospreciados, olvidados, carentes, vaciados y despojados…

“Y a beber…”

Despec(h)eria.

Mucho se dice acerca del despecho; que tiene que ver con las clases bajas, con el mal gusto, con un tipo de música inculta, sin estilo ni contenido. Y todo termina cayendo en un revoltijo de opiniones que carece de piso alguno y de razones claras para poner al despecho en el lugar marginal al que ha sido condenado. Esta propuesta se constituye como el reclamo a un derecho cultural; “los derechos culturales incluyen la libertad de participar en la actividad cultural, hablar en el idioma de elección, enseñar a sus hijos la lengua y la cultura propias, identificarse con las comunidades culturales elegidas, descubrir toda la gama de culturas que componen la herencia mundial, conocer los derechos humanos, tener acceso a la educación, estar exento de ser representado sin consentimiento o de tolerar que el propio espacio cultural sea usado para publicidad, y obtener ayuda pública para salvaguardar estos derechos”. (George Yudice, pág. 36.)

Un reclamo que permita reconocer en el despecho una identidad propia de la región, además de una expresión cultural viva que nos puede dar luces sobre por qué vivimos el des-amor de un modo tan particular y exacerbado.

Hay que reconocer en el despecho una identidad propia de la región y una expresión cultural viva.

Podemos partir de una noción base que puede ser complejizada después en detalle. Inicialmente el despecho se puede entender como una tusa eterna que
usualmente se asocia al proceso de duelo, y se le ha ubicado dentro de la primera etapa (la negación) 1 que es un momento en el cual se niega la situación para combatir las emociones que genera la pérdida. Aunque también se le puede entender como un periodo previo al duelo (la negación y demás fases del duelo), el cual es solamente un estado inicial, una reacción emocional en la que no se vislumbra todavía ninguna forma de sanación, de allí que se pueda pensar que uno puede vivir entusado sin necesariamente resolver el duelo por la pérdida del otro, es decir, atrapado en una reacción emocional intensamente dolorosa suspendida en el tiempo (vivir entusado- despechado)

Alguna vez le escuchaba decir a un taxista en horas de la madrugada recordando una frase de su esposa: “ella me dice que yo nací y moriré entusado”. Nuestra ciudad rebosa de gente entusada, se viene haciendo llamar La capital del despecho, la industria cultural invierte en espectáculos y en los nuevos artistas viralizando esta tendencia incluso en el país.

El despecho es un género musical que se popularizo hacia los años 90 (no surgió allí, es más antiguo como tendencia, es una evolución de la guasca y de la música carrilera, la musicalización y letras eran distintos inicialmente) con canciones “con textos que aluden al amor no correspondido y la insatisfacción afectiva, en los que predomina la visión trágica y fatalista, y que en general emplea variantes del antiguo tópico de «morir de [por] amor». Sin embargo, hay otros temas que se tratan en conexión con el anterior. Uno de ellos es el de la mujer, su posición en la sociedad y su relación con el hombre, quien en la mayoría de los géneros (bolero, tango, ranchera, corrido, vals, pasillo, etcétera) ha sido y es el protagonista.” (Egberto Bermúdez, pág. 98.)

De igual manera introduce un tópico que usualmente no es tenido en cuenta cuando se le denigra como género: “otro importante tema es el de las clases sociales y sus diferencias y enfrentamientos, la marginalidad, la miseria y el delito, y que introduce como tópico importante la justicia y su aplicación, la cárcel y como recurrente protagonista, el preso. Un último asunto, menos frecuente, aunque no menos importante, es el comentario genérico sobre la fragilidad humana, usualmente escéptico e irónico.” (Egberto Bermúdez, pág. 99.)

Este género musical constituye un modo de expresar y sentir, un propio estilo emocional en el cual no prima la compostura ni el autocontrol. Los sentimientos, la alegría y el dolor en especial pueden ser expresados abiertamente, sin represiones, intensamente, hasta el límite siempre, todo lo contrario, a lo impuesto por los modelos de la alta cultura y de lo culto, de allí que tome tanta importancia y que haya ganado legitimidad. Gran parte de los ciudadanos de a pie se reconocen y recrean en estas músicas y sienten que su cotidianidad se refleja en las letras y en las historias allí narradas.

Este género musical constituye u modo de expresar y sentir, un propio estilo emocional en el cual no prima la compostura ni el autocontrol. Es una narrativa de nuestra realidad

Por lo tanto, puede ser entendido como un fenómeno que está más allá de la música y que encarna nuestra identidad regional, es decir, una narrativa de nuestra realidad. No solo se podría entender como una tusa o la vivencia del menosprecio del otro, se debe pensar más bien como “dolor, refugiado en la más vivida sensación de despojo, de carencia y de vacío” (Albán achinte, pág. 81.)

Lo que nos pone de inmediato en otro terreno en el cual entra a participar la historia de la región, el desplazamiento, el narcotráfico, el sicariato y los conflictos
históricos en el país.

El despecho también tiene que ver con:

Filosofía que celebra un destino trágico por ser hijos de la injusticia social y la pobreza, la corrupción política y el desprecio de los ricos, la falta de padres y el querer a las mujeres, el orgullo patrio y la culpa de EEUU. Las historias son las mismas que cuentan los periódicos, pero en su otra versión como héroes, valientes y leales; como seres nacidos del pueblo y luchadores por el pueblo; como Robin Hood que da lo que la ley y el gobierno quitan. Las historias comienzan contando el cultivo, el proceso de preparación, la exportación, la celebración de la burla a las autoridades y, sobre todo, cómo se vive con dinero y para qué se usa: mujeres, carros, armas y alcohol.” (Narco.estética y narco.cultura en Narco.lombia)

Esta realidad genera todo un estilo emocional que caracteriza también al despecho, la vivencia del presente continuo, hay que vivirlo todo solo en presente, nada puede ser postergado, todo debe ser consumado en el instante, nada para después de la muerte, la filosofía del instante. Esta filosofía heredera de lo narco impregnó la cultura y se imprimió en las prácticas cotidianas. Usualmente se piensa que esto permea solamente algunos sectores de la sociedad y la realidad es que todos estamos atravesados por lo narco de alguna manera, pensemos en lo siguiente: “la narcoestética es el gusto colombiano y también el de las culturas populares del mundo. No es mal gusto, es otra estética, común entre las comunidades desposeídas que se asoman a la modernidad y solo han encontrado en el dinero la posibilidad de existir en el mundo.” (Narco.estética y narco.cultura en Narco.lombia).

Ahora bien, si el despecho se alimenta también de esta estética narco y en la misma hay que reconocer otra estética, entonces podemos pensar que el despecho
puede ser patrimonio cultural, que precisamente nos viene a hablar de la manera en la cual enfrentamos la telenovela nacional, esta tusa continua, que como podemos ver no se trata solamente del mal de amores, sino de la tusa que nos produce todo; los malos gobiernos, la violencia, la usencia de futuro, la incertidumbre y el nihilismo en el que vivimos…. Etc.

El despecho resulta siendo una expresión cultural viva, un modo transgresor que no se reserva nada para sí y pone en evidencia otra forma alterna de vivir las pérdidas amorosas, las tusas.

Ahora bien, cabe hacer una pregunta: ¿por qué debería patrimonializarse?

Recordemos que: “el patrimonio cultural se constituye en una toma de conciencia de nuestro lugar en el mundo y del poder que, como sujetos formados socialmente, adquirimos para modificar y transformar la misma sociedad en la que nos desenvolvemos y constituimos, ampliando y fortaleciendo las capacidades de incidencia a favor de la profundización de la democracia y del incremento de los niveles de bienestar humano.” (Rojas y Bustos, pág. 171.)

El despecho es una expresión cultural viva, un modo transgresor que no se reserva nada para sí y pone en evidencia otra forma alterna de vivir.

El reconocimiento del despecho como expresión cultural viva puede llevar a una toma de conciencia frente a ciertos legados que están tan naturalizados y gozan de tanta legitimidad que ya nadie se cuestiona. Se podría pensar en la dificultad que tiene las personas de esta zona del país (Eje Cafetero) para reconocer estos entrecruces de industrias culturales, ideología, política, “buenas costumbres”, narcotráfico, etc.

En este caso particular del despecho como expresión cultural viva, entenderemos la cultura como un recurso, por lo que el termino mismo permite, si se
entiende así: “Se la invoca con el propósito de resolver una variedad de problemas para la comunidad, que aparentemente solo es capaz de reconocerse en la cultura, la que a su vez ha perdido su especificidad.” (George Yudice, pág. 40.)

El propósito de la declaratoria y de hacer uso de la cultura como un recurso gira en torno al hecho de poder establecer otros modos de trámite menos nocivos de las emociones y de la tusa en particular, de allí que esta declaratoria busque también  establecer un movimiento social urbano que respalde esta toma de conciencia y problematización del despecho.

Los movimientos sociales urbanos son: “movimientos que apelan a problemas de la vida cotidiana, reconocimiento social o de identidades sociales. No desconocen lo político, pero desde el prisma de estas asociaciones este factor transita desde un orden político-económico hacia dimensiones mayoritariamente socioculturales, tales como problemas asociados a temas de género, étnicos y medioambientales, etc.” (Rojas y Bustos, pág. 156.)

De esta manera se conformaría el movimiento “entusados” en la ciudad de Pereira en defensa y memoria del despecho, generando una movilización de ciudad que convoque diversos sectores interesados en problematizar el tema.

Esta iniciativa finalmente no busca reunir sectores en el circuito de la llamada “alta cultura” que ya tenían un festival en la ciudad en el cual participaban ciertas expresiones culturales (poetas, trovadores y boleristas), sino más bien centrarse en el ciudadano de a pie que reproduce este discurso del dolor y se encuentra a sí mismo en líos para resolver sus tusas, despechos, el rechazo y el sentimiento de abandono.

REFERENCIAS:

– La reflexión inicial que hace alusión al despecho es de autoría propia. (En favor del despecho).

– ROJAS ALCAYAGA, Mauricio y URBINA BUSTOS, Victoria (2015) “Valparaíso: el derecho al patrimonio”, en Revista Antropologías del Sur N° 3 ∙ 2015, pp. 155 – 173

– YUDICE, George (2002) “Capítulo 1. El recurso de la cultura”, en El recurso de la cultura: usos de la cultura en la era global, Madrid: Gedisa, pp. 23-43

– ALBÁN ACHINTE, Adolfo, “La música del despecho: ¿el sentimentalismo de lo popular?”, en Calle14: revista de investigación en el campo del arte, vol. 3, núm. 3, julio-diciembre, 2009, pp. 74-84. Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Bogotá, Colombia

– EGBERTO, Bermúdez, “Del humor y del amor: Música de parranda y música de despecho en Colombia (1)”, Cátedra de Artes N° 3 (2006): 81-108 • ISSN 0718-2759. Facultad de Artes, Pontificia Universidad Católica de Chile.

– EGBERTO, Bermúdez, “Del humor y del amor: Música de parranda y música de despecho en Colombia (2)”, Cátedra de Artes N° 4 (2007): 63-89 • ISSN 0718-2759. Facultad de Artes. Pontificia Universidad Católica de Chile.

– Narco.estética y narco.cultura en Narco.lombia tomado de: nuso.org/articulo/narcoestetica-y-narcocultura-en-narcolombia/

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